sábado, 27 de febrero de 2016

FESTIVALES DE MÚSICA, ¿EL NUEVO "LADRILLO"?




                                 Primeras filas para ver a Beady Eye. 


En los últimos años se observa un crecimiento masivo de festivales de verano en todos los rincones de España, en coherencia con el aumento de un público al que le cuesta pagar 15€ por un cd o por una entrada, pero que no pone ningún problema en pagar más por ver un "lote" de bandas, o por simplemente pasar unos días de fiesta.

Los empresarios más avispados ya llevan unos años reinventando el concepto clásico de festival, diversificando carteles, oferta de entretenimiento, ampliando días y buscando patrocinadores (aunque en España se ingresa poco en estos momentos por patrocinios). El público al que se dirigen es un público masificado y diverso, con diferentes inquietudes, ampliando así el mercado.

Los festivales mueven dinero. Mucho. El Festival Internaciona de Benicàssim (FIB) ha aumentado este 2015 un 6% el público y ha generado unos 450 millones de euros. Otro grande, el Arenal Sound, supone una inversión media para los organizadores de unos 4.5 millones de euros que recuperan con creces. Prueba de ello es que los hermanos S.S. no han dudado en coger las riendas de otros festivales como son el Granada Sound, el Viña Rock y el Festival de les Arts. Veremos como evolucionan estos últimos en su próxima edición. Al Granada Sound (antes Alhambra Sound) ya le han aplicado los conceptos básicos de su línea empresarial: de festival de un día pasaron a dos, barras de bebidas separadas por marcas, diferentes ambientes para públicos diferentes, y cambio de recinto por uno con mayor capacidad. 

Los festivales de música también generan beneficios en las localidades que apuestan por el "turismo de festivales". En 2014 la Diputación de Castellón cifró en 45 millones de euros el impacto económico derivado de los turistas de festivales en su provincia.

En general, y en los tiempos que corren, a los grupos y a sus representantes les interesa formar parte de los carteles festivaleros por motivos obvios: al ser un evento por el que se cobra una entrada saben que cobrarán en el año en curso -a diferencia de cuando son contratados por instituciones públicas. Además no tienen la presión de tener que llenar un espacio por sí mismos (cosa al alcance sólo de los artistas más consolidados). Por este motivo, los artistas planean sus giras veraniegas en torno a los festivales, y los mejores representados están presentes en varios carteles. Algunos artistas parecen ingredientes habituales de cualquier festival. Olé por sus representantes.

Como consumidora de música, y como buena sibarita, prefiero pagar por ver a los grupos que me gustan en sala. Pero también entiendo que con un IVA cultural del 21% en estos momentos en España, no queda otra que reinventar el mercado.

¿Se trata de una burbuja con fecha de caducidad? Es discutible. Cierto es que el número de artistas que pueden encabezar un cartel es limitado. Los grandes festivales no se solapan, facilitando la presencia de los artistas más demandados y la asistencia del llamado "público festivalero", que va de festival en festival. Pocos festivales se pueden permitir que un artista firme con ellos en exclusiva. Y en realidad, pocos festivales necesitan hacerlo. 

De cada vez se abre más la brecha entre los grandes y pequeños festivales. Pero al diversificar los carteles y combinar grupos nacionales con internacionales, indie con electrónica, sumar DJs, y/o rescatar grupos del olvido se abarata el coste final de contratación y se alarga la esperanza de vida de los festivales. Así que bien llevado, hay futuro para el mercado festivalero mainstream.


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